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Colina Colombier

Después de Megève y Ramatuelle, Jocelyne Sibuet acaba de inaugurar Villa Marie en Saint-Barth. Entre vegetación exuberante, toques étnicos y colores vivos, la propietaria ha interpretado una partitura de GYPSET tropical.

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Estilo Saint-Barth

Villa Marie

Este trocito de Francia no se parece a ninguna otra isla del Caribe. La pista de aterrizaje, una de las más cortas de las Antillas -sólo 651 metros-, es igual que esta roca volcánica (Saint Barthélémy, bautizada "Saint-Barth" por los iniciados), de apenas 25 kilómetros cuadrados y rodeada por un rosario de islotes. Pero, a pesar de su tamaño, este confeti, que languidece en 50 tonos de azul, puede presumir de tener un palacio -el Cheval Blanc- y nueve establecimientos de 5 estrellas (¡todo un palmarés!), el último de los cuales, Villa Marie, flota sobre la playa de Colombier.

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Inaugurado el pasado diciembre por la familia Sibuet -propietaria de Les Fermes de Marie, en Megève, y de otros 11 hoteles-, este refugio enclavado en un jardín tropical es el secreto mejor guardado de la isla. Es fácil entender por qué: si se quiere vivir feliz en Saint-Barth, hay que vivir escondido. En este santuario dedicado a la relajación y el bienestar", explica Jocelyne Sibuet, "la gente viene a descansar y relajarse, aunque los tópicos existen desde que David Rockefeller pisó por primera vez esta perla de las Antillas Menores en 1956, a menudo caricaturizada por sus excesos. Saint-Barth no es sólo un capricho de millonarios, también es una isla con una naturaleza celosamente preservada, fondos submarinos protegidos, poco frecuentada y sorprendentemente cool, a pesar de la presencia de muchas celebridades. Ni una sola casa es más alta que las palmeras. Sus habitantes se cuidan mucho de que nada perturbe la asombrosa armonía del lugar. Estas son las bazas que sedujeron a la familia Sibuet cuando en 2015 compraron esta casa, en aquel momento uno de los restaurantes más renombrados de la isla. "Esta casa estaba, por supuesto, en ruinas, pero enseguida vimos el potencial para transformarla en un hotel con carácter. ¡No se trataba de clonar Les Fermes de Marie en la otra punta del mundo! Una apuesta acertada. Tras un año de duro trabajo, la casa se transformó en una propiedad con 22 bungalows - "el antiresort por excelencia"- con un estilo tropical chic, mezclado con una estética bohemia. En una entrevista exclusiva, Jocelyne Sibuet nos da sus consejos de decoración.

Ambiente gipsy y gusto por la simetría

"El espejo piña evoca irresistiblemente -junto con el motivo de la palmera- la exuberancia de los trópicos e inyecta al instante una dosis de exotismo en un hogar. Este objeto, que también encarna los años setenta y el estilo hippie chic, firma con una atmósfera bohemia en armonía con el tempo isleño."

"Si las dimensiones de un salón o un comedor lo permiten, suelo jugar con la repetición de accesorios para dar ritmo al espacio: Instalo, por ejemplo, dos lámparas idénticas a cada lado de un sofá, dos mesas con pedestal o me gusta colgar dos espejos o dos grabados en la misma pared.

Un toque étnico con un toque vintage

"Quería infundir en este hotel un espíritu de 'vuelta del viaje'. Para mí, lo étnico es una ventana abierta al mundo, en perfecta consonancia con la historia múltiple y diversa de la isla. Aquí y allá, también encontramos platos de Ouarzazate, cestas y cestos tejidos de Egipto y lámparas de paja de Túnez.

"El cabecero es un elemento clave que da personalidad instantáneamente a una habitación. Siempre compongo la decoración en torno a él. Aquí se trata de un modelo de estilo angloindio que he combinado con una cómoda siria de nácar, fabricada por artesanos de Jaipur, y un trofeo de concha montado sobre una peana. Un estilo tropical chic con estética bohemia gypset".

El espíritu colonial

"He querido conservar el alma de esta casa, que recuerda a las de los plantadores: su restaurante (ex Plantación François), su entramado visto y sus muebles de caoba oscura, que hemos restaurado para no alterar el espíritu del lugar. En el varangue -una veranda típica de la arquitectura criolla- he instalado una serie de sillones de caña o ratán tejido y columpios para holgazanear en las horas más calurosas del día".

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